7/2/08

Carta abierta

Estoy agotada de que hablen de mí, que me insulten, que me critiquen o quién sabe qué más. Maldita la costumbre de ver el vaso medio vacío. Lo que yo hago, es importante y termina siendo beneficioso para ustedes. Soy, modestia aparte, indispensable para la vida (qué paradójico). Tanto, como puede serlo la pata alineada para la mesa, sin ella, la misma se tambalearía; tal vez puedas apoyar algunas cosas, pero llega un momento en el que el más ligero peso extra haría que todo se cayera y se hiciera añicos contra el suelo. Así que sí, soy importante, pero no lo ven o no quieren verlo. Es rápido de deducir, en realidad, pero cualquier cosa que se relacione conmigo los espanta. ¿Se creen que disfruto de hacer lo que hago? ¿Que me gusta? ¿Saben las cosas que tuve que soportar, que tuve que ver? No se dan una idea. Y no es fácil, ¡vaya que no! No puedo multiplicarme, aunque mucho me gustaría. Y a cada persona que conozco, debo darle algo de consuelo, la clásica palmadita en el hombro y un "confía en mí, todo va a salir bien". Mientras, como cortina musical, el llanto, los gritos y la bronca. Estos me dan más pena que el otro, yo no puedo ayudarlos, no puedo calmarlos, no puedo explicarles nada, solo ignorar sus hirientes palabras. Mi psicólogo me lo dijo en reiteradas ocaciones: "pensa que es por una buena causa, aunque no sean capacer de verlo. Tu labor es importante, no deberías despreciarte así, creer lo que dicen..." Y las pastillas para la depresión que salen una fortuna (sería muy provechoso que, cuando nos encontremos, lleven dinero en sus bolsillos, me facilitaría la vida (ahhgg, de nuevo esa palabra...)).
Además, todos los días hay algo nuevo, pero, en definitiva, es siempre lo mismo, tan monótono como trabajar de chófer de un subte, sin intención de herir los sentimientos de estos trabajadores, nunca trabajé manejando el subterráneo, pero me imagino que es todos los días igual: los mismos rieles, el mismo camino, las mismas paradas, las mismas horas... si no llegase a ser así o si algún chofer lee esto y se siente agredido, por favor, discúlpeme.
Decía, entonces, que me gustaría que me muestren un poco de respeto. Sé que no es fácil, por eso acepto que digan lo que dicen cuando las cosas suceden, pero después, piénsenlo en frío y se darán cuenta de lo que quiero decir, lo que sería del mundo sin mí. Sería una manera de hacer las paces, aunque sea, momentáneamente. Por otro lado, les cuento, que no sé jugar al ajedrez, así que este asunto no se soluciona de esa manera...bah, no se soluciona: pasa y ya, no hay marcha atrás. Pero no teman, no es tan malo estar del otro lado del mundo, muchos dicen que es incluso mejor, pero no los cité para testificar en esta carta. Están de viaje.

No es mucho lo que pido, ¿o sí?

Atentamente,

La Muerte.

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