"Mi hija repasa melancólicamente su colección de boletos de colectivo, interrumpida poco después de que parecieron las máquinas expendedoras. En lo últimos boletos del álbum, impresos por las máquinas, las líneas se desvanecen y se borran, como en el papel de fax, símbolo de una época donde sólo la fugacidad permanece. Me cuenta el señor Roberto Fischer, presidente del Círculo de Coleccionistas de Capicúas, que después de varios intentos frustrados todos llos socios han desistido de coleccionarlos y muchos decidieron cambiarse las tarjetas de subte.
Esos exboletos borrados, papelitos en blanco, me hacen pensar que debería desaparecer con ellos uno de los mitos urbanos que acompañó a los chicos porteños durante varias generaciones: la fantástica idea de que si lográbamos juntar un millón de boletos usados de colectivo, los podíamos cambiar por una silla de ruedas para donarla a un hospital.
Recuerdo algunas leyends urbanas de mi infancia que no han resistido el paso de los años, el cambio de costubres. Por ejemplo, un par de variantes en relación con la trata de blancas: la pareja en la cola del cine que convida a dos amiguitas con bombones que contienen narcóticos, y el cieguito que pide ayuda para entrar una carta en una casa donde los rufianes se apoderarán de la incauta. De la misma época es la historia de la empleada doméstica (a la que se llamaba la "muchacha", para evitar el término "sirvienta", ya políticamente incorrecto en los cincuenta), que les sirve a los padres su propio bebé horneado con papas.
Hoy tenemos nuevos y frescos mitos del tercer milenio. Por ejemplo, el joven que, después de pasar la noche con una desconocida, amanece en la bañadera, recién operado y sin riñones. O el galán afortunado que descubre, al desperta, quela hermosa muchacha de la noche anterior ha desaparecido dejando escrito en el espejo del baño "Bienvenido al club del Sida".
Pero ninguna historia ha mostrado tanta resistencia y solidez como el mito urbano del canje de boletos por sillas de ruedas. Una breve investigación en internet me demuestra que, a pesar de que los boletos se borren, la leyenda sigue estando hoy tan viva y fresca como cuando mi mamá era chiquita y su maestra pasaba entre las filas de bancos para que todos los chicos depositaran sus boletos en un gran frasco. Con fecha del 25 de enero de 2004 la organización no gubernamental CILSA, que en la realidad entrega sillas de ruedas en forma gratuita a personas sin recursos, se ve obligada a desmentir en un foro que acepte boletos de colectivo en canje por las sillas.
Vaya a saber cuántas horas y, sumadas, cuántos días pasé con mis compañeras de la escuela en las calles de Buenos Aires, rondando cabizbajas las paradas de colectivos. Actividad que (supe después) habían realizado ya mis mayores y que vi extenderse a mis descendientes. Al parecer, constantemente llegan al Círculo de Coleccionistas de Capicúas nuecos socios con bolsas llenas de boletos y buenas intenciones. Su Presidente me asegura que han investigado varioas de esas cadenas de recolección de boletos y nunca se llga a la famosa silla. Sin embargo, yosigo dudando. En nombre de esos inmensos frascos, bolsas y latas llenos de boletos, convoco a los lectores a disipar mis dudas. ¿Alguno de uestedes llegó a comprobar alguna vez el famoso canje? ¿Quién se suponía que paga o pagaba la silla de ruedas? ¿Las empresas de transporte urbano? ¿El Ministerio de Tranporte? ¿El de Salud? ¿Alpi? ¿Una empresa papelera?
Pero si llegan a tener la absoluta certeza de que el canje no existe, por favor, no lo divulguen. ¿Qué otra oportunidad vamos a tener de ser tan generosos con tan poquito esfuerzo?" Historias Verdaderas, de Ana María Shua.
¿Y ahora me lo quieren cambiar por tarjeta?
2 comentarios:
Noo, muy bueno. Sabés que más de una vez me pregunté lo mismo, y hasta digamos que tuve en mi mente un hilo de pensamientos muy parecido al de la señorita Shua.
O sea, muy bueno el texto, no tanto la conclusión final.
Acude a mi memoria una genial frase del nunca olvidado Juan Peruggia. Si los derechos de autor me lo permiten, acá va:
- Y AHORA ME LO VENIS A DECIR????
sol de teatro me mando un mail preguntando si seguia juntando los boletos proqyue ya tyenia m8chos y sino los tiraba
jajajajajajajaa
q graciosa es la vida, no??
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