23/7/08

...Matador...

El título sale del tema de los Fabulosos, que iba escuchando en el subte... y la imagen fue tan fuerte, que llegué a la oficina, hice a un lado la pila de laburo que tenía (nótese la ironía...) y lo escribí.
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Hace a un lado su rifle y, lentamente, se acerca a un paquete de papas fritas ya abierto. Mete la mano, lo da vuelta y caen unas míseras migas. Vuelve a sentarse, agazapado, entre una cama dada vuelta y un par de cajas, con el rifle descansando sobre su pecho. Por las ventanas, tapiadas, se cuela un halo de luz, propia de la noche. Oscuridad y silencio. Así estaba desde hacía unas semanas. “No, mentira… así estoy desde hace 5 días… antes, por lo menos, venían el Javi, Martín, Ana…”

-Es mejor que se escondan, hasta que esto se calme un poco, o hasta que se puedan ir de una vez.
-De acá no nos vamos, Ana.
-¡No te digo para siempre, Rodrigo! Pero si se quedan acá, los matan.
-Morimos por una causa-intervino Joaquín
-Y yo la apoyo, pero si nos matan a todos, ¿quién va a luchar, eh? ¿Tus viejos?

A Joaquín lo agarraron pocos días después de esa conversación y lo fusilaron. Rodrigo accedió a esconderse y, de cuando en cuando, alguno de sus compañeros pasaba a contarle las novedades, dejarle comida y hacerle compañía.

-Ayer hicimos una reunión. Hay un par de caras nuevas, amigos del Javi, buena gente, parecen. Les dimos unos cuantos panfletos para repartir por las casas. Y anoche, colgamos un par de pasacalles, frente y en el ministerio. Fue como volver a lo de antes, ¿te acordás?-Ana le relataba las operaciones que la agrupación había vuelto a realizar, sentada entre sus piernas, mientras le cebaba unos mates. Rodrigo la escucha, le acariciaba la cabeza y pensaba en lo que daría por salir de allí y volver a pelear por lo que creía justo, por sus ideales.

-Las cosas se están complicando.-Javier hablaba rápido.-La agrupación tuvo que parar por un tiempo, porque nos estaban controlando, me parece que había un infiltrado, o algo. Martín se fue para Uruguay, con el hermano. Yo me quedo, pero no es seguro que siga viniendo, ¿entendés? Por vos, por mi, por todos, por la causa. Te compré comida y cartuchos, por las dudas. Lo mejor, es que te encierres en un lugar, cosa que si vienen… vas a poder esperarlos, ahí, sin correr el riego de que te aparezca alguno por atrás. Cuando las cosas se calmen un poco, yo voy a venir. Pero está muy jodida la mano.
-¿Y Ana?
-No, ella… ella no puede venir.-tragó con fuerza- Entraron a la casa… y se la llevaron. Todavía no apareció por ningún lado. Todos la estamos buscando… el otro día, a Diego, lo retuvieron en la comisaría por eso. Nos cortan de todos lados, no es fácil.-Rodrigo se había apoyado contra la pared, en silencio. Asintió, sin saber a qué. Javier lo abrazó con fuerza, dándole unas palmadas.- Lo vamos a lograr… tal vez no ahora, pero en algún momento. –le dijo por lo bajo.

Rodrigo recuerda todo eso. De pronto, un ruido lo sobresalta. Pasos, por fuera de la casa. Un golpe seco contra la puerta de entrada. Y balas que suenan. Se sienta, buscando la mejor posición para disparar en cuanto abran la puerta. Gritos, órdenes. Muebles que son hechos a un lado. Se seca el sudo de la frente. Se agazapa aún más. Las últimas palabras del Javi le llegan a sus oídos.
Los pasos, los gritos, son cada vez más cercanos. Distingue varias voces.
Una extraña sonrisa se dibuja en su rostro. Del otro lado de la habitación, reina el silencio. “La calma antes del huracán”. Una patada contra la puerta. Otra. Rodrigo aferra su rifle con fuerza. La puerta cae. Dispara. Un hombre uniformado cae muerto, pero hay otros que responden a sus balazos. Una bala impacta sobre su hombro. Le duele, pero sigue peleando. Llegan más hombres, poco a poco, ganan terreno en la habitación, cercándolo. Rodrigo siente la sangre brotando. Una bala más penetra su cuerpo. No va a sobrevivir. Su boca se curva hacia arriba. “Lo vamos a lograr”.

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