9/4/08

Laura (y su pelo)

Laura cuida su cabello, no es que le guste, más bien, lo contrario, pero como no puede cambiarlo, hace todo lo posible para que se vea bien. Por eso, le da cien cepilladas, deja el peine a un lado y toma el spray. Lee la etiqueta para saber cómo aplicarlo y rocía su cabellera con la sustancia. Se levanta para mirarse en el espejo, se acomoda un corto pelo fuera de lugar. Lo compara con el de las actrices y modelos cuyas fotos adornan la habitación, todas con pelos lacios, brillantes, en excelentes condiciones, como a ella le gustaría tener. Sin más que hacer, se va a dormir.
Se despierta sobresaltada al sentir el cuerpo de su perro cayéndole encima. Da vueltas en la cama, intentando reconciliar el sueño, pero es en vano. Al final, en un estado somnoliento, se dirige hacia el baño. Se lava la cara y toma un fino peine, con el cual hace presión para que se hunda en su cabellera, pero se le rompe. Lo mira extrañada y se lleva una mano a la cabeza. Para su horror, siente su cabello duro, compacto, como un casco. Lo golpea con los nudillos y produce un ruido hueco. Comienza a gritar y a intentar peinarse con todos los cepillos que tiene. Corre de nuevo a su cuarto y busca el spray, pero el perro está jugando con él, comiéndose la etiqueta. Lo único que puede leer es la fecha de vencimiento pasada hace ya varios años.
Vuelve al baño y se mete bajo la ducha. Coloca mucho shampoo en sus manos y luego, lo aplica en su cabeza. Se desliza como si nada. Lo mismo pasa con la crema de enjuague.
Llorando a todo pulmón, se sienta en el sillón. Al cabo de un rato, ya casi sin lágrimas, se viste con su remera rosa favorita y sale a la calle. Hace sonar el timbre en casa de su padre y le cuenta lo sucedido. El hombre medita y se dirige a la cocina. Trae un cuchillo en la mano e intenta atravesar el cabello-casco. Lo único que consigue es que la punta se doble. Laura vuelve a llorar y el hombre se va en busca de un taladro. Ella se queda quieta en su lugar, apenas si respira. La mecha del taladro se acerca lentamente. Toca el pelo y salen chispas. El padre sigue intentando, pero como nada más sucede, recurre a su última opción: de su billetera, saca la tarjeta de un peluquero, Don Alfonso, toda una leyenda en el barrio.
Se suben a la moto y se da cuenta que no le hace falta usar el odioso casco, que en otros tiempos la despeinaba porque su cabello por si solo alcanza como protección. Llegan a la pequeña peluquería. El viejo está afilando sus tijeras, pero al ver el pelo de la joven, se le caen al suelo. Baja las persianas y cierra la puerta con llave. La hace sentar en una silla, manosea su cabeza, la estudia con diferentes elementos y, luego, se coloca un barbijo y unos guantes. De un elevado estante, comienza a bajar distintos frascos y va mezclando su contenido, hasta que obtiene una espesa y viscosa masa azul. Acerca un farol hasta su clienta y comienza a aplicarle la medicina.

Laura despierta a la mañana siguiente. Todavía tiene la mezcla azul, así que se da una ducha para quitársela. Poco a poco, ve caer la masa en el piso de la bañera y sus pelos van cobrando movilidad. Sonríe satisfecha. Coloca crema de enjuague y se pasa el peine para desenredar. Un mechón de cabello cae y se va por la tubería. Otro. Un tercero. Con desesperación, empieza a tirarse desde el cuero cabelludo y se va quedando con mechones entre sus manos. Grita, mientras lo último que le queda de pelo se va por el desagüe.

Semanas más tarde, Laura recorre la casa juntando todos los cepillos y productos para el pelo y los arroja al tacho de basura. Se viste para salir. Se detiene frente al espejo y se quita el pañuelo que lleva en la cabeza. Apenas si tiene algo de cabello. Abre la puerta del armario y selecciona una de sus cuatro pelucas, con el pelo lacio, brillante, suave y peinado a la perfección, se la pone. La compara con las cabelleras de las fotografías y sonríe ampliamente. Le guiña un ojo a su reflejo y se marcha.

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Y estas son las cosas que presento en la facultad...y para sorpresa de todos (me incluyo), el tipo me dijo que estaba bien 0_0

4 comentarios:

Diablo Cody dijo...

¿Puedo hacerte una pregunta?
Al final que pasò con la Enerc?? entraste?

yo voy a dar el examen el año que viene...
agregame (yo ya te agregue) flores.rotas@hotmail.com

saludos

Diablo Cody dijo...

jjeje, no. yo tampoco ni idea de quien sos pero me tomè el atrevimiento ya que estaba interesada en el Enerc.
Pero segun parece es muy dificil, yo tenog la bibliografia y filmografia q usaron este año, pero la cambina cada año.. igual como para tener un pequeño referente..gracias x tomarte u nratito y contestarme, saludos!

Mariano De María dijo...

Es buenisimo ese texto, es genial!, ¿cómo no te iba a decir que estaba bien el profe!?, los personajes, la historia, el descenlace... muy bueno.

Aparte todo muy gráfico, es decir, cuando a Don alfonso se la caen las tijeras y cierra las persianas me la re imaginé esa escena...Y después cuando prepara el "brebaje azul" esa escena me la imagino como cuando era chico y veía los dibujitos y estaban las brujas con esa "olla" gigante preparando pocimas, y era de noche, y habia relampagos, y enfocaban viste así como en "diagonal".

En fin, limé :p.

Está bueno porque además, ¿que es lo que te deja el cuento?, a mi me dio esa cosa de que las revistas y demás es todo "artificial", y la única forma por la cual Laura logró llegar a ese estado, fue usando pelucas, no su pelo...

Bueno, ahora no tengo mucho tiempo, después la limamos un toke más si da.

Saludos,

Demax.-

viquita dijo...

me encantoooooooooooooo
en serio, muy bueno
kikon te manda saludos